Monday, March 08, 2010

 

Sabor

Como la primera vez que un niño prueba un dulce
Como el sabor de la comida preferida
Como el jugo de una manzana que resbala por la comisura de los labios
Como el agua fría en una tarde calurosa
Como comer algo que hace años no comías

Así y todavía mejor es saborear tus labios

Tuesday, November 28, 2006

 

Castillos

El niño había terminado de construír su castillo de arena en la playa. Era enorme, con muchas puertas, muchas ventanas, muchas torres y un foso que llenó de agua para que los enemigos no pudieran entrar. Estaba ilusionado con su obra de arte. De pronto, una gran ola se acercó y destrozó lo que había construído. Las lágrimas llenaron sus ojos y comprendió que en cualquier momento algo puede llevarse tus ilusiones, así como el mar se lleva los castillos de arena.

Wednesday, November 22, 2006

 

Caminando

Son las 7 de la mañana. Con mucho esfuerzo me levanto y me pongo el pants y los tenis. Bajo las escaleras, tomo una botella de agua y abro la puerta para salir a la fría mañana. Comienzo a caminar hacia la unidad. Está haciendo mucho frío y me pega de lleno en la cara. Cierro los ojos y pienso en tus besos de la noche anterior. Mi corazón comienza a latir más fuerte y olvido el viento frío que pasa a mi alrededor. Humedezco mis labios pensando en el contacto con los tuyos. Paso mi lengua sobre ellos e imagino que es tu lengua la que los acaricia suavemente. Sigo caminando mientras pienso en tí. Cuando menos me doy cuenta ya estoy en la unidad, empiezo a darle vueltas y me pongo a pensar:

"Por qué vine a correr a pesar de que tenía tanto sueño?", "Por qué me está preocupando mi físico en este momento después de tanto tiempo en que no me preocupaba?", "Por qué pude levantarme sin problemas para salir cuando todos los días anteriores me había costado tanto trabajo levantarme para ir a trabajar?".

Lo pensé por un rato mientras daba la segunda vuelta a la unidad. Y la respuesta llegó de pronto:

"Quiero estar bien", "Quiero verme bien para tí", "Quiero cuidar más mi salud para vivir más tiempo a tu lado", "Quiero mantenerme joven junto a tí".

Una sonrisa se me dibujó en la cara, "Por tí quiero ser mejor persona" pensé mientras aceleraba el paso y me preparaba para regresar para arreglarme y estar listo para pasar el último día de este maravilloso fin de semana a tu lado.

Tuesday, November 07, 2006

 

Ensueño

Llegué a mi casa ese sábado con una sonrisa dibujada en mi rostro. Subí las escaleras y me senté en la cama. Iba a encender la tele pero decidí no hacerlo. Cerré los ojos y empecé a recordar el día.

Estaba en mi curso, te mandé mensaje para saber si ibas a venir o no, y me contestaste que lo más probable era que no. Una gran tristeza me invadió, estaba realmente emocionado porque iba a poder verte y de pronto resultó que no iba a ser posible. Seguí en mi curso, y decidí llamarte. Después de algunos timbridos contestaste y me dijiste que te estabas bañando y preparando porque si ibas a venir. Mi cara cambió inmediatamente y en mi boca apareció una gran sonrisa.

Acabé el curso y me dirigí a mi casa. Llamé para saber donde estabas y me dijiste que ya venías en camino, que en un rato mas nos veríamos. Me rasuré para estar un poco más presentable para tí y me dirigí al punto de encuentro. Estúpidamente entendí mal el lugar donde venías y cuando apenas iba en camino me dijiste que ya me estabas esperando. Me regañé por ser tan tonto y desperdiciar algunos minutos en los que podríamos estarnos viendo y aceleré un poco para llegar más pronto. Unas cuadras antes de llegar la sensación de perder el estómago me invadió.

Llegué y no estabas donde habíamos quedado de vernos, te llamé para decirte que ya estaba ahí y esperé a que llegaras. Volteaba constantemente hacia un lado y hacia otro para ver cuando llegaras. De pronto sentí algo, quizá tu mirada en mí, quizá tu olor llegó a mi nariz, quizá escuché los latidos de tu corazón, quizá me llamaste sin hablar, o quizá, simplemente, te sentí. Volteé y te vi, no pude evitar una gran sonrisa. Vi cuando me miraste, y también sonreíste. Vi tus ojos, esos ojos que hacen que me pierda en ellos y nada más en el mundo me importe. Nos saludamos con un poco de temor y entramos a comer.

Platicamos, sonreímos, comimos, hice tonterías como no atinarle a mi boca con la comida o meter el dedo en la catsup. Me recordaste tu edad varias veces y me regalaste un pinguino azul. La comida estuvo deliciosa porque estaba a tu lado.

Salimos y fuimos a la tienda de mascotas, es la primera vez que los ratones me causan tanta gracia, como jugaban entre ellos, como se tumbaban unos a otros y se encimaban. Me encantó la forma en que los veías. Después vimos los perros y fue realmente tierna la forma en que te compadecías de ellos y de su tristeza. Me pasó por la mente la loca idea de comprar uno en ese momento y pedirte que me ayudaras a cuidarlo, primero cuidándolo unos días tú en tu casa y otros días yo en la mía, y después, quizá, cuidarlo entre los dos.

Fuimos al cine, compramos los boletos y nos formamos. Fue muy divertido ver como criticabas a la gente, y te divertías poniéndome nervioso. Entramos a la sala y nos sentamos. Esperamos a que empezara la función mientras yo tomaba tu mano para sentirte más cerca. Empezaron los comerciales y nos miramos fijamente. Mi corazón comenzó a latir más aprisa y las mariposas de mi estómago empezaron a revolotear fuertemente. Había soñado ese momento desde que supe que te iba a ver ese día, pero mi cuerpo no respondía. Quería acercarme más y más y besar tus suaves labios pero no podía controlar mis músculos para hacerlo. Por fin, pude hacerlo, me acerqué tímidamente y te besé y me besaste. Por unos segundos todo mi cuerpo se detuvo y solamente podía sentir tus labios en los míos. Nada más importaba, solamente tú y yo, no había nadie más alrededor nuestro, no había ruidos, no había luces, no había nada.

Sonreí como idiota cuando me separé de tí, mi corazón volvió a latir y comencé a sentir mi cuerpo nuevamente. Vimos la película tomados de la mano. De vez en cuando nos veíamos y decidíamos besarnos, deteniendo el tiempo nuevamente. Terminó la película y la luz nos sorprendió mientras nos besábamos nuevamente, la sala ya estaba sola y salimos.

Abrí los ojos y estaba en mi cuarto, había pasado mucho tiempo recordando ese hermoso día. Era tarde y tenía que dormir. Me acosté y traté de dormir. Pasaron los minutos y no pude dormirme. Miré el techo de mi recámara en la oscuridad y seguí recordando.

Paseamos por las tiendas. Te observaba mientras veías la ropa, los accesorios y todo lo que había. Te observaba mientras veías los juguetes con ojos soñadores. Te observaba mientras veías las hadas de cerámica y supongo que imaginabas lo que harías si fueras una de ellas y pudieras volar libremente. Te observaba mientras veías los DVDs y no te decidías cual película comprar. Te observaba mientras comprabas la tarjeta de ayuda a los niños sordos y mi corazón comprendía no solamente la belleza externa que tienes, sino también la belleza interna que desbordas y demuestras.

Nos sentamos en el centro de la plaza y platicamos. Te tomé algunas fotografías mientras tu estado de ánimo cambiaba debido a una llamada que recibiste. Afortunadamente ese momento no duró mucho y pudimos seguir disfrutando la tarde. Platicamos de todo un poco y nos miramos y nos acariciamos. Sabíamos que nuestra reunión terminaría pronto y un poco de tristeza nos empezaba a acompañar. Me leíste la sinopsis de una de las películas que había comprado mientras yo te miraba. Cuando ibas a la mitad decidí besarte la mejilla, sentí tu nerviosismo mientras lo hacía y me encantó como tratabas de seguir leyendo pero casi no podías hacerlo.

Poco después, te miré y decidí que era el momento de hacer algo que había estado esperando. Me tomó algo de tiempo armarme de valor pero por fin lo hice. Te tomé de las mejillas y te robé un beso de tus dulces labios. Tu mirada cambió y abriste un poco más tus bellos ojos. Te veías encantadora con esa expresión de sorpresa. Así siguieron pasando los minutos hasta que, en un momento, volteaste hacia mí y me abrazaste. Me dejaste sin habla y me encantó sentir tus brazos alrededor mío.

Salimos para esperar a tus amigos. Nos sentamos en una banca y seguimos platicando. Te divertías haciéndome escenas de celos con las chicas que pasaban (y con alguno que otro señor bigotón). En un momento nos dimos un beso, el más largo hasta el momento. Fue hermoso y delicioso. Fue tierno y dulce. Y, tristemente, llegó el momento en que te tenías que ir. Te acompañé al carro, nos dimos la mano y nos dimos un tierno beso en la mejilla.

Abrí los ojos y era domingo. En algún momento mientras recordaba me quedé dormido. Quizá continué recordando en el sueño o quizá soñé con lo que habíamos vivido ese día. Sabía que no era un sueño porque ni en sueños podría vivir algo tan bello.

Tuesday, October 31, 2006

 

Frío

Caminaba rumbo al trabajo. Era una mañana nublada y el frío me calaba hasta los huesos. Una imagen llegó a mi mente, tu mano tocando mi mejilla, y el estremecimiento que me hizo sentir que me derretía al sentir tu contacto. El frío dejó de ser tan fuerte y un rayo de sol asomó por entre las nubes. Después recordé mi mano en tu mejilla y el frío disminuyó todavía mas. También recordé mis labios en tu mejilla, ese suave contacto, esa tersa piel, ese temor de que te apartaras o te disgustara, esa sensación de mariposas en el estómago que no me dejaba moverme. El sol dejó caer más rayos sobre mi rostro y el frío siguió desapareciendo. Evoqué mi mano tomando la tuya y acercándola a mis labios para darle un beso, y evoqué tus ojos, que reflejaban miedo, amor, inseguridad, ternura, extrañeza y otros tantos sentimientos que no he aprendido a descifrar. El sol salió en todo lo alto e hizo desvanecerse las nubes, el frío desapareció y parecía que era una mañana de primavera.

Llegué al trabajo y miré a mis compañeros, todos con chamarras y comentando que estaba haciendo mucho frío. Yo tenía calor y veía el sol brillando en el cielo. Ellos tenían frío y veían el cielo nublado y sin rayos de sol.

Gracias por existir y hacer que cada mañana parezca una mañana de primavera

Wednesday, October 25, 2006

 

Sueños

Estaba a punto de dormir después de platicar por teléfono contigo. Abrí el cajón de mi buró, saqué la foto que me regalaste y me puse a verla. Tiempo después (no sé si pasaron minutos u horas, porque el tiempo ya no transcurre igual para mí desde que te conozco), dejé la fotografía en el cajón y me acosté de lado como acostumbro dormir.

Me levanté, me bañé y me cambié y salí a trabajar. El día transcurrió inusualmente rápido y de pronto me vi en el carro, conduciendo hacia un lugar al que no recordaba haber ido, pero sabiendo que ahí es a donde tenía que ir. Me estacioné y salí del coche. Me quedé parado junto al coche a dejar que corriera el tiempo. Enfrente de mi estaba la puerta de una escuela, y me quedé mirando hacia allá.

Minutos después, te ví atravesar la puerta. Traías una blusa rosita, un pantalón de mezclilla y unas botas cafés. En la mano tenías varios libros y una bata. Vi tus bellos ojos que voltearon hacia mí. Tu cabello caía un poco más abajo de tus hombros y me lanzaste una sonrisa cautivadora. Esa sonrisa con la que siempre me recibes. Te correspondí la sonrisa, y caminé hacia tí. Te dí un beso y tomé tus libros; los guardé en el asiento trasero, abrí la puerta para que subieras y la cerré después de que te acomodaste. Subí y encendí el coche. Te pregunté que tal habían estado tus clases y me comentaste que había sido un buen día, te dejaron mucha tarea pero estabas contenta porque realmente te gustaba lo que estabas estudiando.

Llegamos a un restaurante, te abrí la puerta del carro y entramos. Nos saludaron en la entrada y nos llevaron a nuestra mesa. Por la forma en que nos recibieron parecía que éramos clientes asiduos puesto que todos los meseros nos saludaban y nos preguntaban que tal estábamos. Ordenamos casi sin revisar la carta y comenzamos a platicar sobre nuestro día. No podía dejar de mirarte mientras me platicabas de tus clases y tus maestros, después de tanto tiempo de conocernos me siguen gustando tus expresiones y tu me sigues mirando con esos ojos que todavía provocan mariposas en mi estómago. Llegó la cena, continuamos charlando y cenamos. Pagamos y salimos del restaurante. Subimos al coche y tomamos otro camino que conocía muy bien. Llegamos a tu casa, nos bajamos y nos quedamos un rato platicando afuera. En ratos nos abrazábamos y reíamos, en ratos volteabas y me dabas un beso, en ratos jugaba con tu cabello y así estuvimos por un rato. Después me dijiste que tenías que hacer un poco de tarea antes de dormir, así que nos despedimos con un poco de tristeza. Quedamos de vernos al día siguiente a la misma hora como lo veníamos haciendo ya por algunos meses, desde que llegaste a la ciudad a estudiar. Un beso de despedida, te vi subir y voltear para aventarme un beso y una sonrisa. Encendí el coche y me marché.

Llegué a la casa, te llamé y estuvimos platicando otro rato mas. Nos deseamos buenas noches y me fui a acostar. Vi las fotos juntos que tenía sobre el buró, apagué la luz y me acosté de lado como acostumbro dormir.

Abrí los ojos, tenía la foto que me regalaste en las manos. No había fotos juntos en el buró ni sentía que ya vivías en la misma ciudad que yo. No sé si me quedé dormido y todo fue un sueño. No sé si al estar viendo tu foto me puse a imaginarme como sería que vivieras aquí. No sé si algo me permitió echar un vistazo al futuro por un breve momento.

Si fue un sueño me gustaría vivir en él. Si fue mi imaginación me gustaría que pronto se haga realidad. Y si fue un vistazo al futuro, espero que el tiempo que falta para que eso ocurra pase rápido y nada cambie para ese entonces.

TQM

Tuesday, October 24, 2006

 

Tiempo

Cada segundo que no te veo pasa lento como el andar de una tortuga, casi puedo ver los segundos arrastrarse uno tras otro desde la hora en que despierto hasta cerca de las 2 de la tarde. En el preciso momento en que veo tu rostro a través de la pantalla, cuando tu sonrisa se hace presente y tus ojos brillan con su belleza especial los segundos despiertan y empiezan a correr con rapidez, y así pasan los minutos y las horas mientras te veo. Una vez que decimos las fátidicas palabras de despedida, los segundos cansados de pasar tan rápido vuelven a su lento andar y hacen que cada hora que no te veo parezca un día entero.

Si estuviera en mis manos, alargaría el tiempo a tu lado lo más posible. Y apretaría con fuerza el tiempo en que no te estoy viendo para que durara muy muy poco. Si hubiera estado en mis manos, el domingo pasado hubiera durado toda una vida.

Espero algún día podamos lograr que el tiempo juntos sea más largo y el tiempo separados sea más corto o ni siquiera exista.

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